jueves, 9 de abril de 2020


JUEVES SANTO

Son tres días antes de pascua sin procesiones salgo de mi cuarentena clínica y me incorporo al enclaustramiento por decreto. Superé el demoníaco vibrión con la ayuda del señor, la intercesión de algunos santos de devoción y sobre todo del coraje y entrega de mi mujer María José. Parta huir de la gran obsesión me pongo a escribir un artículo sobre Miguel Delibes "El Camino el humor la ternura y la crudeza de Castilla antes del Corvir-19 pero el artículo se traspapeló en el proceso de arrastre. Delibes en esta su mejor novela la clave. Nos revela cómo son los castellanos en sus miserias y grandezas, en su aguante, su dureza frente al sufrimiento, su ternura y su sentido del humor. Villas y pueblos con sus castillos con sus torres y sus iglesias. Los pueblos no estaban vacíos. El flagelo de la emigración en masa a las ciudades o a Europa la desconocíamos.
Un artículo memorable en que apunto genialidades que no soy capaz ahora de recordar. La inspiración como el amor pasa sólo una vez en la vida habrá no obstante más días de longaniza.
Mirando para atrás y recorriendo el listado de mis archivos miro el cúmulo de artículos  por mí redactados (he sido el operario de la hora undécima para Internet sin reconocimiento ni recompensa escribir a cencerros tapados) y me asusto. Quince libros largos, algún cuento, cinco novelas. Escribir contra corriente tiene ahora un par de bemoles.
He sido un corredor de fondo solitario de las letras que hoy celebra el Día del Amor Fraterno. No lo he visto en la iglesia ni en los curas por ninguna parte pero lo siento dentro de mí. Un jueves santo sin procesiones ni velas al santísimo ni manolas, sin flores obsesionado con el morbo pequinés porque esta epidemia parece haber sido en confabulación con las fuerzas ocultas un regalo de los chinitos unos chinitos careados con  Trump. Por un suponer








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