viernes, 8 de diciembre de 2023

 

DON JUAN CARLOS PRIMERO EL PUTERO PERO YO AMÉ A UNA ROSA INGLESA LA MÁS BELLA, FUI UN HOMBRE CON SUERTE A LUCKY GUY PERO NECIO

 DON HOWEVER NO SE CORTA UN PELO


Vísperas de Todos los Santos buen tiempo y las máscaras de Halloween tras las cuales se esconde el pateta. Todo el mundo anda haciendo el tonto en bacanales y bailes de disfraces, vuelve el bacanal tras la pandemia, bajé al estanco a comprar tabaco y allí me encontré a don However que es de los que no se cortan un pelo y el cura de mi aldea don Xantipa alto huesudo la cara triste, palentino y algo pesetero. Ya frisa casi los ochenta pero de joven era un clérigo gallaspero, las mozas se le acorralaban a los pies del confesionario y lo perseguían hasta la rectoral pidiendo no precisamente absoluciones sino la gracia de Dios. En España el poder siempre atrajo las faldas por eso entre la monarquía y la clerigalla se llevan al huerto lo más granado del elemento femenino. Solteras, casadas, viudas forman parte de su patrimonio sexual. Hubo obispos como el cardenal Mendoza que guardaba un verdadero harén en su palacio y de reyes ¿qué decir? A Felipe IV le daban tantas bascas eróticas que refieren sus biógrafos que padecía una especie de furor uterino a la inversa, llegando a procrear setenta hijos entre legítimos y bastardos. Alfonso XII donde vas triste de ti bebía los vientos por las coristas amargándole la vida a su mujer la reina austriaca María Cristina. Su hijo Alfonso XIII inventó el cine porno y siguiendo la tradición de la dinastía no daba paz a la mano. Por su lecho desfiló el gran puterío matritense, marquesas, señoras de la limpieza e incluso novicias de los más aristocráticos monasterios de Madrid. Sigue la racha; Juan Carlos I es hoy la comidilla de las redes y aunque actualmente no pueda con los calcaños y ande en el exilio, sus coimas se cuentan como las cartas de la baraja. Así que el bueno de don However no pudo resistir sus impulsos republicanos en el estanco al ver al cura de nuestra aldea cuyas correrías por los pueblos del concejo sentaron cátedra pues preñó a muchas. Mismamente, cuando voy al surtidor a llenar el depósito, el que me sirve es Fabián.

─Súper, llenar

Fabian ríe para el cuello de la camisa y ni se inmuta.

─En este país nadie está libre de dudas. Se lleva aquello de que nadie puede decir este cura no es mi padre. Por eso abunda tanto hijo de puta.

Clava el mozo sus ojos burlones en mí para que me aplique el cuento.

Pues eso, mi amigo However al ver al arcipreste en el estanco le soltó una andanada:

─¿Cómo está el cura?

Xantipa que no es tardo de reflejos le soltó otra:

─Pues de pie, como ve ves.

─Con ese monstruo que tenéis en el Vaticano

However quedó cortado ante la contundencia de su respuesta, recogió su cajetilla y se largó. 

Silencio administrativo y procesal, el cura de mi aldea es un buen pájaro y listo como los ratones colorados.

Regresé a mi chabola en lo alto de la montaña y me asomé a la ventana para ver el paisaje. La cima del Fornax mostraba sus crestas peladas coronadas por molinos de viento. Aun no había nieve, aunque dicen que por los Santos la nieve en los altos y por San Andrés en los pies. Aquel verano de sequía traía de cabeza a los científicos, todos hablando del calentamiento terráqueo y del cambio climático. El Fornax formaba parte de su familia casi de tanto salir a observarlo por el ventanuco que da a la huerta del Niso. Casi invita a subir. Para él era una tentación, realizaría escapadas ascensionales cuando era mozo. Ya no, pues le dolían las piernas. La cumbre coronada albergaba una ermita blanca a la que acudían los romeros el día de Santa Ana. Fiestas de prado. Tambor y gaita. Ahora me resigno a verla desde lejos rememorando el vino y la sidra que bebí en mi juventud, es el monte más alto de la Sierra del Viento en perenne coloquio con la cordillera que desciende hasta el mar horadando el paisaje de picachos y nemorosos valles. Era el paso antiguamente de peregrinos compostelanos.

Mirándole desde abajo le miro extasiado bañando mi vista con el verde de pinares que cubren las espaldas y costillares del Fornax. Fue un antiguo volcán. Ínterin, hago examen de conciencia aterido de punzantes recuerdos en los que estalla la melancolía y el arrepentimiento. Veo a Etsi encaramada a lo alto de la cúspide. Ella era una dulce Gioconda inglesa. Su sonreír sale en cada retrato que conservo de su persona. Me mira con sus ojos zarcos que envían a la vez dos mensajes: ven y aléjate. Todo está consumado, you are not wellcome. Podría tomar un avión de Ryan Air y plantarme en menos de una hora en su pueblo, mi hija vive cerca del tercer aeropuerto londinense. Expurgo mi archivo interior y ella sigue ahí intacta, inmarcesible por haberla amado, valió la pena vivir, i was a lucky man. Los dos años más felices de mi vida los pasé junto a ella. Un serafín de fuego vigilaba la garita de sus ojos. Tras el maná vino la sed. Todo lo eché por la borda. Mas, tiré para adelante, fui andarríos, correcaminos sin brújula, devine en pícaro al igual que ese cura don Xantipa. Lancé una moneda al aire caras o culos, salieron cruces y vine a dar en la áspera Castilla, madrastra de sus mejores hijos. Si España fue mi cuna, Inglaterra me hizo, Nueva York me deshizo y Asturias me rehízo. I lernt things the hard way, no quiero pensar en aquella Eduvigis que me dejo a la puerta de la iglesia. El rechazo marcó, sin embargo, otro camino

Y por él estoy aquí, inconstancias de la vida, misterios de la existencia. Hay que engañar. Eso forma parte de la idiosincrasia del pícaro. Desde entonces me asustan las bodas, los trajes de novia me parecen camisas de fuerza, yo soy libre, voy a mi aire. A ti también te dejé a las puertas de la iglesia Etsi, luego el destino se vengó conmigo. 

lunes, 13 de noviembre de 2023

 

NIÑOS PALESTINOS ASESINADOS EN HOLOCAUSTO ¿DONDE ESTÁ EL DIOS DE ISRAEL? regresa el maniqueismo de la mano del sionismo. Dios es el bien pero permite el mal

 

EL PERISTEFANON DE PRUDENCIO TIEMPO DE MÁRTIRES

 

Resuenan en los ámbitos de la historia el puñetazo en la mesa que diera Tomás de Aquino cuando yantaba en una cena con el rey de Francia:

                Conclussus est contra maniqueos.

El buey mudo habló después de escribir un extenso e iluminado tratado contra los maniqueos una herejía originada en Persia al amparo de la creencia de que Ozmuz y Ahriman cabalgan el mismo caballo y trotan por el mundo a lo largo de generaciones y siglos. Consideraban que el Bien y el Mal son de la misma naturaleza divina. Sto. Tomás los corrige. El propio Agustin de mozo se adhirió a la secta persa. Dios es el Bien pero permite el Mal. Ahí está el intríngulis. A la vista de los niños palestinos trucidados por el nuevo Herodes de turno cabe hacerse la pregunta de dónde está Dios. ¿Cómo es que permite las crueldades? El poeta español el zaragozano Prudencio Clemente viene a darnos otra respuesta: “la sangre de los mártires es semilla de cristianos profesen la religión que sea”. En este caso la islámica. Han de entenderlo los tiranos. Vita volans. Vuelan los días y pasa la vida y a los que utilizan las armas y otras crueldades de sus armas de exterminio (Zelenski, Biden, Van der Leyden, los sátrapas de Bruselas, Puigdemont, Sánchez y todas esas malas hierbas que quieren degollar a nuestra patria) también les llegará su hora.

Mientras tanto, el maniqueísmo impera. No es de Dios pero son muchos los que lo profesan. Prudencio realiza en sus libros un canto a la sumisión y a la no violencia. Nacido a finales del siglo III cuando aún la iglesia católica no había establecido sus creencias, había nacido en oriente como rama tronchada del judaísmo. Roma creía haber acabado con ella cuando el año 69 las legiones de Tito arrasaron Jerusalén y derrotaron a la guerrilla de los nazarenos. Aherrojados y con argollas en los pies y sobre sus lomos el Candelabro de Siete Brazos según puede verse en la columna rostral del emperador Trajano que aún puede admirarse en la Ciudad Eterna creían haber dado al traste con la rebelión. Había una diferencia mientras los hebreos un pueblo nacionalista y racista no hacían prosélitos ni admitían catequistas, despreciando a los gentiles a los que consideraban bestias, no elegidos –Israel sólo se propone vencer-, los rebeldes de las catacumbas no predicaban la guerra ni la conspiración contra el imperio, predicaban el amor y el perdón. Se negaban quemar incienso a los dioses porque los consideraban falsos y esto suponía una amenaza mayor. El culto al emperador los romanos lo consideraban sagrados. El estigma empezó a calar entre las legiones, los soldados se negaban a combatir, los tribunos de la plebe se ocultaban en las catacumbas, las matronas hacían voto de castidad y se negaban a realizar ayuntamiento carnal con sus esposos. Eran universalistas, no se adherían a una religión restringida y recibida a través de la sangre de sus madres (judaísmo) sino que proclamaban el amor, la caridad y la no violencia. Todos elegidos por la sangre de Xto que nos redimió Era un veneno latente para la religión sincretista. Ello fue el germen de la destrucción del imperio y la chispa que propagó la conflagración de las nueve persecuciones. Prudencio nacido en Cesar Augusta y pretor de la Tarraconense es posible que mandara al suplicio a algunos de los cives romanos renuentes a quemar incienso pero ya entrado en años parece ser que acepta el bautismo del obispo Valerio y arrepentido de la vida pasada escribe esta Corona dedicada a los mártires de la Tarraconense y de la Ulterior. Fueron 19: Eulalia, Lorenzo, Casiano, Celedonio, Emeterio, Hipólito, Justo y Pastor niños de Alcalá Emerenciana, Quiteria, Quirino, Fructuoso, Augurio, Elogio. Acisclo, Zoilo, Félix de Calahorra, Cucufate de Barcelona y el diacono Vicente.

Así pues, sangre semilla de cristianos, un verdadero aviso a navegantes y un RECORDATORIO a los tiranos de estos tiempos o mejor dicho de todas las eras que vivió la humanidad.

 Dios guarda silencio. El vulgo execrará la memoria de los tiranos pero alabará eternamente a aquellos que dieron su vida no sólo por Xto sino también por cualquier noble ideal, ora la Patria, ora por dar la vida para salvar a sus hermanos. El vate zaragozano cuyos son estos ditirambos así nos lo recuerda

carpite purpureas violas

sanguinem crocos metite

non caret his genialis hiemens

laxat et arva tepens glacies

El buen aragonés Lorenzo en la parrilla se reía del verdugo cando lo quemaban. “Compadre, estoy ya quemado por las asentaderas, ahora DAME LA VUELTA tórrame por las partes nobles," quería decir los cojones. Eso es valentía y tozudez baturra que obliga a nuestros esbirros a ponerse de los nervios

12/11/23

lunes, 6 de noviembre de 2023

 Derrotando a la plaga – Superando el caos

Con motivo del 110 aniversario del nacimiento de Albert Camus

 ¡Perdónanos, Patria!

 La oración vence el miedo

domingo, 29 de octubre de 2023

 

PISAR NUESTRA CLAUSURA Al CABO DE CASI SESENTA AÑO

Estoy asomado al balcón de patio de filósofos después de más de cincuenta años bendito sea cristo pudimos rezar una salve ante la Virgen de los Tránsitos gozamos del silencio mágico de estos lugares que pisamos centenares de veces vivir es volver pero en el cristal de estos balcones iluminados por la luz del véspero se reflejaban nuestras almas tal como eran ingenias entusiastas sedientas de vivir y de aprender. El patio de filósofos seguía tal cual la biblioteca abajo donde por lo visto al hacer las obras los obreros han dado con restos romanos monedas arcos medievales el edificio del seminario está emplazado en un antiguo templo a los silenos esos dioses amorcillos que protegían los caños de las fuentes y los acueductos. Nuestra vida académica estaba de cuerpo presente en el salón de grados continuo en la planta noble y donde se leían las tesis doctorales tenían lugar las oposiciones ca canonjía bajaba la arena por el canalillo de la clepsidra mientras el ponente soltaba párrafos en latín.

Subidos al proscenio echábamos comedias de Plauto y de Shakespeare y una vez leímos entero un drama de Graham Green "León en invierno" jopé que rollo. Mr. Green era aquel inglés algo borrachuzo que se paseaba todos los veranos en compañía de un cura gallego por España a bordo de un seiscientos. Pasaba por ser un escritor católico lo leí ya de mayor y encontré que esa etiqueta le venía grande no encontré su catolicismo por ninguna parte. En aquella sala donde se conferían los títulos académicos también velábamos a los difuntos cuando alguien fallecía.

Sentí las pisadas de muchos de los nuestros autenticas legiones de novicios generaciones enteras de escolares que atravesaron aquellos pasillos desde que se abrió como Casa de la Compañía y noviciado por orden de una hermana de Felipe II bienhechora y fundadora de aquella institución cuyo retrato figura en el presbiterio lado de la epístola frente a la del propio rey (ambos retratos están blancos, no fueron acabados les falta el toque de pintura final)

Bajando al refectorio parecía como si muestras papilas empezaran a jugar al tute despertadas por el hambre y aquel grato tufillo a café con leche del "lentaculum" (desayuno) o el agrio olor vivificante del chicharillo de la cena, las papas viudas de cuaresma el vinillo de viernes y las indefectibles tres "marías" acompañadas de agua y de queso americano de la merienda. La verdad es que aquel queso de Kentucky sabía a rayos pero nos hartamos de leche en polvo. Decíamos ayer. ¿Qué decís, hijos? Sí, decíamos ayer y es como si toda la comunidad (más de quinientos comensales) comenzase el almuerzo o prandium. El presidente daba una palmada decía Benedicamuns domino y por todo el recinto estallaba una agitación de voces sonidos de cucharas y de vasos. Hablar durante las comidas era excepcional. El común de los días escuchábamos la lectura edificante del lector de semana que subido a un púlpito nos recordaba el santo del día del martirologio. Todas las reseñas acababan con la misma muletilla y en otras muchas partes otros muchos santos mártires confesores y santas vírgenes. Mientras atacábamos aquellos cocidos de garbanzos saltarines nos empapábamos de las novelas de Julio Verne y Emilio Salgari y estábamos deseando de bajar a comer para seguir las incidencias del próximo capítulo de estas novelas de aventuras a través de los cuales nos iniciamos en el gusto por la literatura. Decíamos ayer. Sí decíamos ayer. Ha pasado algo más de medio siglo. Sin embargo de vez en cuando los recuerdos no eran tan agradables.

-Aquí fue- dijo Valdivieso señalando una columna del pasillo- sí aquí fue

-¿Qué pasó?

-El prefecto don Marciano me pegó las dos hostias más bien dadas que he recibido en toda mi vida

-Algo harías

-Coger un par de galletas y meterlas en el bolsillo del mandil para comerlas cuando me diera hambre.

Valdivieso era el primero de la clase pero eximio por sus "golpes" y genialidades. Todos los profesores le tenían buen concepto excepto el bueno de don Marciano dios lo bendiga que no se casaba con nadie y de vez en cuando sacaba su mano gorda como un tocino a pasear. Aquellas galletas también las probamos unos cuantos además de Valdivieso y el dolor aun nos está escociendo de la marca que dejaron los dedos de tan disciplinario prefecto en nuestras mejillas.

Fuimos los últimos de una larga generación. Con nosotros se acabó el latín. Agotamos la fuente Castalia y la maravillosa trabazón intelectual del Trivium y el Quadrivium y las artes medievales y entraron las vernáculas. Creo que cercenaron una parte importante  de la universalidad de la iglesia con esas rúbricas del Vaticano II pero había que adaptarse al espíritu y la letra de los tiempos nuevos. De algún modo fuimos unos privilegiados porque aquellos años aquellas enseñanzas aquellas preces aquellas anécdotas y conversaciones chuscas en los corrillos marcaron a fuego un espíritu indeleble de pasión por la verdad el bien la justicia que nos acompañará hasta el fin de nuestros días.

Asomado al patio herreriano bello y congruente y la arquitectura hecha silogismo yo recordaba otros fulgores otros anhelos y volvía a recorrer sendas y pasos perdidos sendas y pasos de mis pensamientos de mis coloquios con Cristo. Supe que mi destino era la cruz. O buen Jesús ayúdame a portar tu cruz salvum me fac (sálvame) y ahora resuenan en mi memoria aquellas salves a Nuestra Señora de los Tránsitos y las inefables sabatinas del mes de mayo. Tomad Virgen pura nuestros corazones no los abandones jamás.

-¿Sabes una cosa? - me dijo Olmos- yo ahora voy poco a misa.

-Ya te las dijeron y las oíste todas en abundancia cundo niño.

En estas observaciones me di cuenta de que es bueno rezar que Dios salva y cura y protege y aquella Virgen a la que con tanto ahínco venerábamos debió de interceder y apiadarse sacándonos a nosotros pobres "pipis" descarriados de las fauces del león y de las garras de nuestros enemigos. La luz de la tarde penetrando por el gran rosetón  zaguero doraba las columnas salomónicas del altar mayor, el tabernáculo relucía como un ascua de oro entre pámpanos y ángeles sonrosados y mofletudos una verdadera gloria del arte barroco. San Frutos con su cayado en la mano de peregrino de Dios y un gran librote de Escrituras se quedaba prendido entre las barbas patriarcales que se derrumbaban en cascada sobre su escapulario 

San Luis Gonzaga nos sonreía de rodillas embutido en su sobrepelliz en lo que tomaba la comunión. San Alfonso Rodríguez el humilde portero de aquel convento nos daba su bendición sed buenos majetes a ver cómo os portáis y san Francisco de Borja al descargar el ataúd de la emperatriz Isabel en Granada (era la más hermosa mujer de Europa) con su dedo índice apuntadnos desde lo alto del cuadro de Claudio Coello nos descubría las esenciales verdades del existir amonestándonos con lecciones del meditatio mortis:

-Ved en qué paran las glorias del mundo con todas las enseñanzas del trívium y el cuadrivio.

-Vámonos chiquitos

-No somos nadie.

- Hasta el año que viene.

-Si Dios quiere y hasta que san Frutos se determine a pasar la hoja.