DON JUAN CARLOS PRIMERO EL PUTERO PERO YO AMÉ A UNA ROSA INGLESA LA MÁS BELLA, FUI UN HOMBRE CON SUERTE A LUCKY GUY PERO NECIO
DON HOWEVER NO SE CORTA UN PELO
Vísperas de Todos los Santos buen tiempo y las máscaras de Halloween tras las cuales se esconde el pateta. Todo el mundo anda haciendo el tonto en bacanales y bailes de disfraces, vuelve el bacanal tras la pandemia, bajé al estanco a comprar tabaco y allí me encontré a don However que es de los que no se cortan un pelo y el cura de mi aldea don Xantipa alto huesudo la cara triste, palentino y algo pesetero. Ya frisa casi los ochenta pero de joven era un clérigo gallaspero, las mozas se le acorralaban a los pies del confesionario y lo perseguían hasta la rectoral pidiendo no precisamente absoluciones sino la gracia de Dios. En España el poder siempre atrajo las faldas por eso entre la monarquía y la clerigalla se llevan al huerto lo más granado del elemento femenino. Solteras, casadas, viudas forman parte de su patrimonio sexual. Hubo obispos como el cardenal Mendoza que guardaba un verdadero harén en su palacio y de reyes ¿qué decir? A Felipe IV le daban tantas bascas eróticas que refieren sus biógrafos que padecía una especie de furor uterino a la inversa, llegando a procrear setenta hijos entre legítimos y bastardos. Alfonso XII donde vas triste de ti bebía los vientos por las coristas amargándole la vida a su mujer la reina austriaca María Cristina. Su hijo Alfonso XIII inventó el cine porno y siguiendo la tradición de la dinastía no daba paz a la mano. Por su lecho desfiló el gran puterío matritense, marquesas, señoras de la limpieza e incluso novicias de los más aristocráticos monasterios de Madrid. Sigue la racha; Juan Carlos I es hoy la comidilla de las redes y aunque actualmente no pueda con los calcaños y ande en el exilio, sus coimas se cuentan como las cartas de la baraja. Así que el bueno de don However no pudo resistir sus impulsos republicanos en el estanco al ver al cura de nuestra aldea cuyas correrías por los pueblos del concejo sentaron cátedra pues preñó a muchas. Mismamente, cuando voy al surtidor a llenar el depósito, el que me sirve es Fabián.
─Súper, llenar
Fabian ríe para el cuello de la camisa y ni se inmuta.
─En este país nadie está libre de dudas. Se lleva aquello de que nadie puede decir este cura no es mi padre. Por eso abunda tanto hijo de puta.
Clava el mozo sus ojos burlones en mí para que me aplique el cuento.
Pues eso, mi amigo However al ver al arcipreste en el estanco le soltó una andanada:
─¿Cómo está el cura?
Xantipa que no es tardo de reflejos le soltó otra:
─Pues de pie, como ve ves.
─Con ese monstruo que tenéis en el Vaticano
However quedó cortado ante la contundencia de su respuesta, recogió su cajetilla y se largó.
Silencio administrativo y procesal, el cura de mi aldea es un buen pájaro y listo como los ratones colorados.
Regresé a mi chabola en lo alto de la montaña y me asomé a la ventana para ver el paisaje. La cima del Fornax mostraba sus crestas peladas coronadas por molinos de viento. Aun no había nieve, aunque dicen que por los Santos la nieve en los altos y por San Andrés en los pies. Aquel verano de sequía traía de cabeza a los científicos, todos hablando del calentamiento terráqueo y del cambio climático. El Fornax formaba parte de su familia casi de tanto salir a observarlo por el ventanuco que da a la huerta del Niso. Casi invita a subir. Para él era una tentación, realizaría escapadas ascensionales cuando era mozo. Ya no, pues le dolían las piernas. La cumbre coronada albergaba una ermita blanca a la que acudían los romeros el día de Santa Ana. Fiestas de prado. Tambor y gaita. Ahora me resigno a verla desde lejos rememorando el vino y la sidra que bebí en mi juventud, es el monte más alto de la Sierra del Viento en perenne coloquio con la cordillera que desciende hasta el mar horadando el paisaje de picachos y nemorosos valles. Era el paso antiguamente de peregrinos compostelanos.
Mirándole desde abajo le miro extasiado bañando mi vista con el verde de pinares que cubren las espaldas y costillares del Fornax. Fue un antiguo volcán. Ínterin, hago examen de conciencia aterido de punzantes recuerdos en los que estalla la melancolía y el arrepentimiento. Veo a Etsi encaramada a lo alto de la cúspide. Ella era una dulce Gioconda inglesa. Su sonreír sale en cada retrato que conservo de su persona. Me mira con sus ojos zarcos que envían a la vez dos mensajes: ven y aléjate. Todo está consumado, you are not wellcome. Podría tomar un avión de Ryan Air y plantarme en menos de una hora en su pueblo, mi hija vive cerca del tercer aeropuerto londinense. Expurgo mi archivo interior y ella sigue ahí intacta, inmarcesible por haberla amado, valió la pena vivir, i was a lucky man. Los dos años más felices de mi vida los pasé junto a ella. Un serafín de fuego vigilaba la garita de sus ojos. Tras el maná vino la sed. Todo lo eché por la borda. Mas, tiré para adelante, fui andarríos, correcaminos sin brújula, devine en pícaro al igual que ese cura don Xantipa. Lancé una moneda al aire caras o culos, salieron cruces y vine a dar en la áspera Castilla, madrastra de sus mejores hijos. Si España fue mi cuna, Inglaterra me hizo, Nueva York me deshizo y Asturias me rehízo. I lernt things the hard way, no quiero pensar en aquella Eduvigis que me dejo a la puerta de la iglesia. El rechazo marcó, sin embargo, otro camino
Y por él estoy aquí, inconstancias de la vida, misterios de la existencia. Hay que engañar. Eso forma parte de la idiosincrasia del pícaro. Desde entonces me asustan las bodas, los trajes de novia me parecen camisas de fuerza, yo soy libre, voy a mi aire. A ti también te dejé a las puertas de la iglesia Etsi, luego el destino se vengó conmigo.