jueves, 5 de octubre de 2023

LA ORTODOXIA GRIEGA DESDE ATENAGORAS HASTA BARTOLOMEOS PATRIARCAS DE CONSTANTINOPLA SON FEUDOS DE LA MASONERÍA

 

HOW PATRIARCH ATHENAGORAS WAS ELECTED

Spyros SkourasSpyros SkourasIn the mid-20th century, the Skouras brothers — Charles, Spyros, and George — were among the most powerful men in the booming film industry. Charles was president of Fox West Coast and funded the construction of St Sophia Greek Orthodox Cathedral in Los Angeles, using his movie star friends as models for the icons. George was head of United Artists Theaters (now Regal Cinemas) and also worked as an agent of the OSS (the precursor to the CIA). But the most influential of them all was Spyros: the back cover of his memoirs (published in 2013) describes him as “the most influential Greek immigrant in American history and one of America’s preeminent citizens during the Cold War period.” Spyros was both the head of Twentieth Century Fox for more than two decades and also President of Prudential Lines, one of the largest shipping companies in the country.

In 1948, at the dawn of the Cold War, Ecumenical Patriarch Maximos V was forced out of his position and replaced by Patriarch Athenagoras, who was previously the Greek Archbishop of North and South America. I’ve written at length about this fascinating episode in church history, using as my main source a set of declassified CIA documents. As I observed in my earlier work, there are conspicuous gaps in the declassified documents, critical periods where no documents are publicly available. Given how closely the CIA followed the Ecumenical Patriarchate, it seems improbable that these documents do not exist; more likely, they simply remain classified.

Recently, I was provided with some additional declassified documents — a trio of letters from Spyros Skouras to then-Vice President Spyro Agnew and President Richard Nixon, written in 1969. In these letters, Skouras offers a firsthand account of the events surrounding Patriarch Athenagoras’s election and enthronement two decades earlier, and he appeals, at Athenagoras’s direction, for additional U.S. intervention in selecting Athenagoras’s successor.

Back in 1948, Spyros Skouras was 55 years old and had taken the helm of Twentieth Century Fox a year earlier. Here his how he described his interactions with U.S. Secretary of State George Marshall in his May 28, 1969 letter to Agnew (which you can download by clicking here):

As I told you, the late General George Marshall, when he was Secretary of State, called me and asked me to give him my opinion of the then Archbishop Athenagoras of North and South America, now Patriarch of Constantinople. General Marshall wanted to recommend that the Archbishop be considered by the Holy Synod of the Greek Orthodox Church in Istanbul for the office of Patriarch of Constantinople.

At the time, both General Marshall and the then President, Harry S. Truman, were apprehensive that there might be elected to this important office of Patriarch of Constantinople of the Greek Orthodox Church a man who would not be aware of the importance of American policies abroad, particularly in Communist Russia and its satellite states which are all at least 90% Greek Orthodox.

There were, and are, over 300,000,000 Greek Orthodox adherents in the world and this was therefore an important consideration. Both President Truman and General Marshall felt that the man who was chosen for the office of Patriarch had to be not only a great spiritual leader, who enjoyed the esteem and affection of all his spiritual subjects, but one who was also American-oriented in his thinking.

Aside from this, he also had to be approved by the Turkish Government and be a Turkish citizen before he was elected by the Holy Synod. This was in keeping with the terms of the Lausanne Treaty, executed between Turkey and Greece in 1922.

Naturally, I recommended His Holiness, then Archbishop, very highly.

President Truman and Archbishop Athenagoras, February 1947President Truman and Archbishop Athenagoras, February 1947Skouras then goes on to describe in further detail his relationship with Athenagoras and his high opinion of the Archbishop. Then he says,

Therefore, General Marshall, in his capacity as Secretary of State, had no hesitation in sponsoring His Holiness and thanks mainly to his efforts and influence, the Holy Synod decided to elect Archbishop Athenagoras as Patriarch and the Turkish Government agreed to his election.

Skouras then describes what happened next — Athenagoras’s trip to Istanbul aboard President Truman’s private plane, with Skouras as one of the select passengers:

In 1949, President Truman sent his private plane — the Sacred Cow — to take His Holiness to Istanbul for his enthronement and a small group of Greeks and Americans of Greek descent, of whom I was privileged to be a member, accompanied His Holiness.

domingo, 1 de octubre de 2023

 

PEPITA JIMENEZ VALERA FUE EMBAJADOR EN PETROGRADO



Leo a Juan Valera recios calores del veranillo de san Miguel. Pepita Jiménez era un libro prohibido en aquellos seminarios de los cincuenta del pasado siglo. Si decían que estaban “pensándoselo” es que habían rociado su espíritu de la doctrina de este libro librepensador. Es un tratado de psicología algo melifluo.

Entre tarros de miel don Juan Valera vierte cuartillos de ponzoña de forma subrepticia, oculta. Paralipómenos. El amor divino se enfrenta al amor humano. Un joven seminarista a punto de recibir las órdenes mayores durante unas vacaciones conoce a Pepita a la que pretende su padre, a quien va a quitar la novia. Viudita rica que con un ojo llora y con el otro repica. Paseos a caballos, merendolas en el campo, el juego del tresillo y el roce de las piernas de Pepita con las del aspirante al sacerdocio que se quería ir a África o a la India a convertir negritos y pasa lo que tiene que pasar.

Don Luis y Pepita hacen cacharritos. No podía ser de otra manera. A los veintidós años un hombre es un torrente de hormonas.

No conoce la vida y mucho menos a las mujeres que son harto complicadas.

Veladamente Valera denuncia uno de los males de la iglesia latina en su prospecto de producir maricas y homosexuales con un lirio en las manos o verracos, garañones, depredadores sexuales.

Es el caso de ese cura malacitano que se pasaba por la piedra a sus feligresas previamente de dormirlas administrándolas un brebaje.

Ahora bien, los que intentan convertir a la SRI en una cuestión de bragueta son unos tarados mentales.

La iglesia triunfó en España pese a estas minucias y para demostrarlo ahí están elevándose en cada pueblo esas torres de las humildes espadañas o las agujas atravesando el cielo de las catedrales medievales, esas ermitas, esos humilladeros esparcidos por media Europa, esos monasterios de acogida al peregrino esas universidades. Todas esas obras de arte.

Todas esas sinfonías y polifonías. El esplendor de su liturgia. En la labor educadora la iglesia es imbatible. Nos enseñó a rezar y a pensar a muchos de nosotros. En mis libros yo hablo de una iglesia esotérica lo místico lo de adentro y otra iglesia exotérica la cáscara, lo de afuera: cánones, obispos, sínodos, política, encíclicas, visitas pastorales, happenings como el del Día de la Juventud, concilios.

Detrás de todo ello esto se esconde (paralipómenos) maraña muy complicada e inextricable la cara de Xto.

¿Qué tendrá que ver ello con ese párroco salido que le toque la pilila al monaguillo o al arcipreste que se acuesta con una de las Hijas de María?

El volteriano Valera ataca a los curas por su flanco más débil y cuenta con muchos seguidores más de un siglo después de su muerte.

A punto de celebrarse el bicentenario del autor egabrense 1824-1905 merece la pena consignarse algo importante. Que el desastroso reinado de los borbones Fernando VII, Isabel II, María Cristina, Alfonso XII y Alfonso XIII no fue óbice para que la literatura española viviese un nuevo siglo de Oro: Mesonero Romanos, Galdós, Pereda, Bécquer, Clarín, Fernán Caballero, Espronceda, Menéndez y Pelayo que remata en los del 98.

Valera escribía unas novelas lineales, optimistas, donde todo acaba bien y tutti contenti es el caso de don Luis que se casa con Pepita y viven felices y comieron perdices.

No es un genio. SÓLO UN INGENIO pero todo el aseo de su prosa contrasta con la vida de su juventud. Asiduo visitante de los burdeles de Madrid junto a su amigo M. Pelayo y como embajador en la corte de los zares tuvo no pocos líos con marquesas y duquesas rusas pero apenas queda nada de su gestión como agregado del plenipotenciario del gobierno de Madrid ante la corte de Nicolás I. tiempo adelante se desplazó como representante de Isabel II Washington. Y a orillas del Potomac se lo pasó tan bien como en las del Lena.

Se cuenta que tuvo una amante estadounidense a la cual abandonó y ésta, despechada, se suicidó. Sus cartas a M. Pelayo que también era buen eje se hallan plagadas de anécdotas sobre lances sexuales y conspicuas visitadoras. ¿Era el egabrense un sátiro, un calavera? En sus escritos ponderados y eutrapélicos no se aprecia atingencia en el sentido de sus aficiones donjuanescas. Murió ciego en Madrid y a lo que parece nunca cesó en su afición al sexo y al trato torpe con visitadoras. Se había paseado por los mejores burdeles de España y del extranjero. Parece ser que las que más le agradaban eran las mulatas portuguesas. Amigo del general Serrano, también fue embajador en Lisboa.

sábado, 30 de septiembre de 2023

 

CALDERÓN LA CENA DE BALTASAR



El doctor Valbuena era un hombre cordial, recuerdo haberle visto en una mesa del Bar de Filosofía fumándose un “celta” largo, charlando con los alumnos, yo mismo le invité a un chato de tintorro que el maestro jovial y próvido en nuestros desvelos con la literatura aceptó. Mostraba ese desaliño del intelectual machadiano los ojos cansados de tanto leer y de ver pasar la vida. Mariner Bigorra no mostraba esa familiaridad con el alumnado. Era un tarraconense de derechas. Calvo como Cesar. Le poníamos por un suponer la toga curial y allí aparecía un senador romano. Se movía por la tarima de la cátedra con agilidad y siempre aparecía con las manos empolvadas de tiza. Su pensamiento funcionaba a mayor velocidad que sus palabras y por eso analizaba cada palabra latina escribiendo el encerado su raíz evolutiva. Los dos eran hombres de gran bondad. Valbuena como se jubilaba otorgó aprobado general. No ansí Mariner que tenía fama de hueso y a mí lo que on las cosas tan entusiasta con la lengua del Lacio desde mis años de seminario me dejó para septiembre.

Pero siempre que paso por Moncloa y alzo los ojos a la cuadriga del Arco de Triunfo me acuerdo de él. El monumento entrada a Madrid. Está en un estado lamentable, destrozado y pintarrajeado con ignominiosos graffiti donde escribe el diablo consignas furibundas con su fatídico dele. Sirve de paraninfo y punto de reunión a los del botellón. Mane tzel fares y todo para ultrajar la memoria del anterior régimen.

Estan las losas levantadas y las puertas de bronce maltratadas por la chusma, no pudo menos de traer a mi memoria el entusiasmo de sus clases: “Armis hic victoribus mens jugiter victura monumentum hoc… munificentia ab Hispaniorum regis restaurata aedes sapientiae complutensis florescit in conspectu Dei”. Lo esculpió él haciendo gala del laconismo ciceroniano.

No se puede acumular tanta grandeza en epígrafe tan lacónico. Sería una pena que el Arco de Triunfo abandonado y en deterioro por el odio a los que ganaron la guerra civil fuese dejada caer. En esas estamos. Valbuena por su parte especialista en Calderón creía que el mejor drama por él escrito no era la vida es sueño sino La Cena de Baltasar. Es teatro profético y poético. Un desafío a Moloch rey de los Ammonitas monarca cruel que sacrificaba niños y jóvenes para aplacar a la divinidad. Guerra de Ucrania. Zelenski es un baldón para el pueblo de Israel y su mayor profeta. Daniel (Juicio de Dios) narra la historia de la liberación del pueblo elegido de las garras de Nimrod el tirano que construyó la torre de Babel. Los personajes de la obra son Baltasar el que vio escrito su destino en la pared esta noche morirás. Mane tzel fares. La Idolatría. El pensamiento. La vanidad. Daniel y la Muerte.

 AVE COLOR VINI CLARI

primeros trancos de una novela onlines



EL ESTUDIANTE DE ALCALÁ QUE SE REENCARNÓ EN ARCHIVERO


La impresión que tuve cuando en el año 2009 llegué a Alcalá una madrugada de enero a cumplir con mi último año de archivero[1] hube la impresión tenaz de que yo había estado allá antes, quizás una vida pretérita, había paseado por aquellas calles, guarecido del sol y la lluvia bajo los soportales del Calle Real, haber tenido a un físico la bacinilla mientras practicaba una sangría a un paciente de bubas en el hospital de Atarazanas por cuyas crujías iba y venía un postulante cojo que era cojo y calvo y hablaba con ese tonillo de los de Azpeita proflglando su discurso de concordancias vizcaínas, trayendo orinales y pericos, gasas, sanguijuelas y pomadas, con mucha diligencia pero con algún asco pues había tomado el oficio de enfermero como penitencia por los pecados de su vida anterior, que el veterano de las guerras de las comunidades aseguraba haber sido muchos, y por los que lloraba constantemente hasta salirle surcos en las mejillas de los regueros de tanto llanto, inflamado de orgullo humano y amor divino - yo no lo vi, claro, me lo contaron los que daban ejercicios-, pero cuando lo dicen… Iba el buen donado arrastrando la pata chula que la tenía tiesa desde que le pegaron un zambombazo en el castillo de Pamplona. Decían que había sido soldado, acérrimo del emperador- y como buen realista nos miraba por encima del hombre a nosotros pobres comuneros- y que estaba allá viviendo de la caridad de unos teatinos aunque se juntaba con alumbrados y gente de dudosa procedencia.

También me había cruzado con otro estudiante zambo, corto de vista y largo de lengua, el que luego tendría entre sus dedos la pluma mejor tajada para contarnos cómo España por defuera y por de dentro con sus versos castellanos, con sus decires, coplas y donaires, en verso y en prosa. Éste andaba con los cuadrilleros dando novatadas y cobrando el portazgo a los novatos del convite al banquete nada más ingresar al pupilaje, La Patente, que se dice, y a unos les arrebataban el sombrero a otros les ponían perdida de gapos la capa nueva, o les traían un jarro para darles a beber cerveza y no era cerveza pues aquella maldita encella había sido utilizada como sillico donde meara toda la cuadrilla a escote, y de hoy en un año; a otras les mandaban echar calle arriba a la pata coja y les lanzaban piedras mientras el cachicán del rey de gallos prorrumpía en estentóreas risotadas:

-¿Ponen las gallinas?

-Creo que sí. Ya es san Antón. La gallina pon y cacarean las pitas por los corrales, que las estoy oyendo, y se está bien al sol.

-De ¿Dónde es vuesa mercé?

-De Carrión de los Condes, señor.

-No me digas señor. Dime coleguita. Y ahora para ver como andas de recursos te vamos a mantear.

-No. No por vida de mi madre.

Protestas inanes. Entre cuatro o cinco trajeron una cortina de paño morado con las que se atapan los altares en tiempos de Pasión y alzaron por los aires al palentino una y otra vez. Lo subían, lo bajaban y hacían como querer dejarlo caer en el santo suelo hasta descoyuntarse como si fuese una manta palentina a la que la doméstica zurra el polvo en el balcón. Uno de los manteadores dominado por el estro profético había leído el futuro y pronosticó la llegada de guerreros por el aire.

-Así volarán algún día los paracas[2].

-Bajarme de aquí fementidos, hideputas.

-No. Bartolo, no aguanta, no seas caguita. Los soldados de Cristo han de soportar todas las pruebas con buen talante.

-No ésta- exclamó el palentino- que voy a vomitar.

Implacables no se apiadaron de las voces que daba el neófito que no paraba de gimotear y de proferir ayes y de llamar a su madre.

-Ay madrecita mía que mal día amaneció para mí.

-¿Cómo te llamas?

-Teofilo

-Pues Teofilo te vas a acordar del día de san Antón hasta tu graduación cuando vuelvas a tu obispo con tu bonete y tus cartas dimisorias de misacantano.

Poco después corrieron el gallo y hubo otras bromas, muchas jácaras. Decían que el masto lo había traído de Mastrique un luterano con lo que fue mayor el ahínco con que le sacudían estopa al animalito y el enojo con el que le arrancaron el pescuezo aquellos malos cristianos.

-¿Qué hacéis hijos del gran demonio?

-Pues no lo ves. Cortarle la cresta al hereje.

-Al hereje. Al hereje- gritaron todos a coro.

Los estudiantes estaban ya beodos. Puede decirse que al cuadrillero mayor de estas justas que era un teólogo portugués que de allí a poco iría a parar como capellán santiguador a uno de los tercios viejos creyendo que el ave era el que más zurraba al rey de gallos y cabalgó su jumento a los cuatro pies exhibiendo su trofeo chorreando sangre hasta la plaza.

Tan divertidas escenas no las padecí yo, que siempre me suelo hacer el longuis y escurrir el bulto en tales situaciones de pintar bastos, por vivencia material, aunque sí espiritual. Creo que las había leído en algún libro picaresco o a lo mejor fueron una nefasta experiencia de los estudiantes de latinidad de los que formé parte en la vida que me precedió.

Iban avanzando las nubes del entrelubricán y remejaban las sombras los campos yertos con alguna claridad. Amanecía dios igual que entonces sobre las riberas del Henares, y la vida tiritaba bajo la helada, se escuchaba el campanil de las clarisas, y en otras muchas iglesias de la población anunciando que ya habían dado cuenta de maitines y laudes. Sobre la cúpula de la catedral de los Santos Niños las cigüeñas complutenses que son las más elegantes y majestuosas de la península ibérica – se las nota en el volar- descabezaban su último sueño con su singular modo de dormir a la pata coja pues la cigüeña según dice el refrán alta vive, alta vuela y en lo alto toca la castañuela.

-Diga usted que sí. Cigüeñas vigilantes del Henares donde las ninfas moran crotorando silogismo. Son la viva imagen de la castidad, la fidelidad y la paciencia.

A Teofilo por fin lo dejaron en paz los tunos y vino a recogerlo una mujer que, movida a piedad, lo llevó a su aposento donde lo lavó, cepilló su capa llena de salivazos e indignidades.

-Hijo, te han vuelto eccehomo. Dichosos muchachos.

El manteado nada dijo pero las caridades de la dueña le hicieron revivir. Fue al arca y extrajo un bodigo de la última cocedura cortó el corrusco y se lo entregó junto con un dedal de aguardiente. Su desfallecimiento se debía no al manteamiento sino que no había comido en dos días.

Alcalá lo resucitaba de la misma forma que me reencarnó a mí. Pues yo también volví en la españolísima ciudad a la vida por un complicado proceso de metempsicosis intelectual. Podía ser uno de aquellos estudiantes y continos que arrastraban la loba sin mangas y flameaban becas al viento multicolores cada uno con el color y la divisa del colegio del que procedían (granate el de los ildefonsos, amarillos los de atarazanas y verdes los de san Marcos, blancos los cistercienses y dominicos. Acabada la cátedra de prima aquel abigarrado mundo de estudiantes era un espectáculo. Teólogos y minoristas usaban sotanas y los canonistas portaban un bonete de tres puntas en la cabeza que entre los jesuitas era bisunto. Poco después de entrar yo al Estudio General los licenciados en Artes empezaron a gastar balandrán cubridero por cima de los hombres y teja (sombrero sin alas que llevaron los clérigos españoles toda la vida).

Como venía aterido y en tren de cercanías no había calefacción, para entrar en calor me arrimé a la barra de una taberna e estaba frente por frente de un gran seminario vacío de traza neogótica. El chigrero un rumano por nombre Ventila salió a servirme. Le pedí un aguardiente de los Carpamos zwuiska de 40 grados.

-Bona zwuiva.

-Buenos días.

Se sorprendió Ventila de mis conocimientos de la lengua románica hablada a orillas del Ponto por los soldados de Trajano que guarda su raíz latina en conjugación con muchos aditamentos eslavos y turcos por lo cual conserva una prosodia endiablada.

-Sé también decir Xristós enviat[3].

-Ahora no es Pascua.

-Si me das otro chupito de ese coñac hablaré no sólo el rumano sino el griego, el búlgaro y hasta el húngaro que no es idioma indoeuropeo.

-Birak[4] - repuso Ventila que era de una región del Danubio frontera con Hungría, frotándose las manos. A la legua se notaba que aquel fondista extranjero no era tan cruel y áspero como los taberneros nacionales gente odiosa y encanallada y que sabía seguir la corriente a los borrachos y aguantarlos. No echarlos a la calle o pegarles.

Sin embargo aquel aguardiente de los Cárpatos tenía poco que ver con aquel vino chirle que nos servían en el refectorio los días de fiesta de guardar y con el que ayunábamos el viernes Santo para refrescar el gañote de nuestros queridos domines cuando andábamos a pupilaje. De mis labios surgieron cantos de alabanza al dulce néctar traicionero que pasa bien pero luego habrá que mearlo. Entra acariciando Baco en sus dominios y se apodera. Los que sucumben a los falaces halagos de la bebida saben que no hablo a humo de pajas:

Ave color vini clari

Ave sapor sine pari

Tua nos inebriari

Digneris potantia

Oh felix venter ubi intraris

Et felix guttur

Quam rigabis

Oh felix os

Quod lavabis

Oh beata labia[5]

Y a través de aquellas coplas tabernarias en latín surgió el monje giróvago que llevo dentro de mí. Los parroquianos me admiraban por mi capacidad de ingesta y el don de lenguas aunque estaba inspirado más por Baco que la Blanca Paloma. A sus ojos yo era un resucitado, un español que no se parecía a esos otros españoles taciturnos y reconcentrados en sí mismos del siglo XXI que nada tenían que ver con sus predecesores y me deseaban buena madrugada. Buona diminuta. De todas las horas del día era la amanecida la que más me gustaba. Puerta por puerta de la cantina del dacio estaba la iglesia ortodoxa. Celebraban la navidad. Olía a incienso. Un orfeón esparcía por la nave de la antigua católica preces de un maravilloso y concento retando a las preces que decía deprisa un diacono muy gordo desde el antifonal. Prostérneme en tierra y besé los santos íconos y los ecos de la plegaria diaconal me transportaron miraculosamente al sopista con poca fortuna que había sido hará lo menos quinientos años.

Clareaba el día y Alcalá se había transformado. La vía del tren volvía a ser la estrata romana que había sido durante mil años y los regimientos ilustres como el Villaviciosa XIV volvieron a su antiguo ser de los castra romanos donde practicaban los equites las artes desultorias. Recordando que allí estuvo de asiento la Victrix o la invencible con todos sus escuadrones y acies los cuales dieron el relevo a los tercios viejos los que combatieron en Italia y en Flandes. Por el camino pasaban estudiantes. Me sumergí en aquel bullicio juvenil de mozos camino de la docta casa, la universidad recién fundada por Gonzalo de Cisneros. Y aquel gentío buscando las aulas entremezclado con los escuadrones de soldados que salían al campo a ejercitarse en la instrucción de sus armas me recordó la gran verdad de que la pluma y la espada son hermanas y que la lengua va de cómitre con el imperio. No hay vuelta de hoja. Todos llevaban capa corta, un puñal al cinto, y en la otra cadera colgaban del cinto los cartapacios, las pizarritas los plumieres y los recados de escribir. Confundidos entre la multitud se veía a algún catedrático de mucetas coloradas, amarillas o azules según la disciplina que enseñaran, tocados de la orla con plumas de avestruz. La cátedra de prima comenzaba a las ocho de la mañana. Un bedel somnoliento se acercaba al estrado precediendo al profesor batía sus palmas y formulariamente rezaba una oración luego de lo cual abría las puertas del aula y exclamando en voz alta Propinquate, alumni, lectio incipit se dirigía a los estudiantes y luego al facultativomagíster, aperta est cátedra . Los pupilos llenaban el aula. Por falta de bancos muchos se sentaban en el suelo. Todos portaban recado de escribir y rayajeaban las palabras del catedrático sobre un palimpsesto en forma de pizarra que luego pasaban a limpio los oidores. Sólo se hablaba en latín. Transcurrida hora y media regresaba el ujier valonado luciendo un espadín y un sombrero chambergo y volvía a dar unas palmadas.

-Satis.[6]

A esta señal el catedrático se quedaba con la palabra en la boca y los alumnos salían al patio en medio de un gran alboroto.

Pasaba entonces un fraile benito cuya presencia de padre del desierto discordaba con la de la alegre muchachada. El benedictino caminaba con los ojos bajos y el rostro inclinado tapándose con la cogulla. Avanzaban todos atropelladamente. Si veían a alguno de su aldea iban a darle los días y a recibir nuevas de la aldea. Los más vivaces espantaban el frío y los sabañones arrojándose bolas de nieve. Uno de los proyectiles alcanzó a un catedrático de hebreo en todo el occipucio. Rodó por los suelos el bonete bisunto en medio de los gritos y juramentos del Dómine en la lengua que enseñaba y el cual yacía por el suelo cual largo era buscando a tientas las antiparras que también se le habían caído y sin las que no veía dos en un burro. Sonaron a su lado carcajadas, maldiciones y porvidas.

Uno de los tunos dijo:

-Comed nieve de una vez, padre mío, ya que nunca os empacharéis de jalufo.

Montó en cólera el cristiano nuevo y retumbaron excomuniones por la Calle de la Hueva

-Pronto pagareis bien caro vuestras truhanerías. Os vamos a echar del mundo, voto a bríos.

Se encocoró el estudiante el muy cabrito hizo la señal de la cruz, después el buz y acto seguido empezó a gritar al hebraísta:

-Marrano… Marrano. Cómete tus biblias. Eres hereje, luterano encubierto y alumbrado.

Oído esto, el catedrático que debía de ser converso cobró temor y levantándose como pudo y sacudiéndose el barro y la nieve de la sotana tomó el portante y enfiló por una calle adyacente pues alguien había mentado al Santo Oficio. Con la bulla se hicieron presentes los corchetes. Los estudiantes de que los vieron pusieron aina pies en polvorosa. La concurrencia asistía alborozada a la escena y todos se hacían lenguas de la puntería con que aquel bellaco había descalabrado al converso pero al pasar junto al portal de la iglesia de la Compañía le echaron mano los alguacilillos, lo trabaron, manearon y subiéndolo en un asnillo las manos atadas; él caminaba cara atrás como los condenados a muerte y así lo llevaron preso a la cárcel del arzobispo. Cuatro días a pan y agua y cien azotes. Lo soltó el alcalde bajo advertencia de que si incurría en otra travesura semejante de descalabrar a un “judío” iría a galeras. Así que por san Antón la gallina pon. Se había acabado Michelmas y empezaba el de Santomatía. El más frío y desabrido. Estudiantes a estudiar pechando contra los cierzos rigurosos que os arrebatan la capa cuando salís del portal y la nieve y el pedrisco jugaban al chito con nuestros respetivos cogotes cuando no eran gargajos de algún truchimán imbele pero maligno. Había venido yo de sopista con mi amo que era de Soria y que se llamaba don Martín de Agreda y bajo la vigilancia de su ayo Muriel de Torrelaguna el cual por ser paisano del Cardenal tenía fuero. Nuestra lavandera era una tal Doña Guiomar que aparte de la colada se encargaba de planchar el hábito y coser los botones que eran 75 en recuerdo de los 75 azotes que dieron a Cristo. Habíamos venido desde la alta paramera aquellas navidades por muy malos caminos en una recua de jumentos pero con buenas alforjas y provisiones y una no menguada bolsa pues nuestro señor y padrino el Duque de Agreda era hombre rico. Conducía la recua un arriero morisco el cual en cuanto nos descuidábamos nos sisaba hurgando en nuestros bolsillos estando dormidos y el maldito cuando nos topábamos con una cruz de humilladero se reía o le lanzaba gargajos. Iba en su mula cantando lilailas y no faltaban zalemas y abluciones al alba y a la atardecida ante nuestras propias narices. Pasado Almazán nos encontramos con una estantigua que llevaba el cadáver de un fraile que había muerto santo en Andalucía a un pueblo de Castilla. Recalamos en Aranda en una posada donde a mi amo le robaron un crucifijo de oro que traía. Fue un asunto de picos pardos. Don diego se dejó engañar por unas izas que operaban en conchabanza con unos malandrines, el uno era su cohén y el otro su rufián. Era gente muy despiadada como también lo era el arriero morisco aquel Antón Muñoz fanático de Mahoma. Y a la que nosotros bajábamos para Alcalá por el camino real de Francia subían soldados de las últimas leves que iban a combatir por nuestro rey y nuestra santa religión a Flandes. Unos llevaban escapularios que les regalaron sus madres como por ejemplo una imagen de san Vitorino todo llagado después del tormento al que fue sometido en Panonia. Debía de ser bisoño. Un furriel contaba que en la guerra los santos y las reliquias no sirven para nada. Sólo el valor y la fortuna. Pasábamos mucho frío porque los días fueron perversos. Hacíamos hogueras y a veces Antón Muñoz perdía su ruta borrada por la nieve y blasfemando contra todo lo divino y humano perdía el tino aunque no se acordaba del maldito Mahoma. Únicamente de Dios y la Virgen. ¿No ahorcarían a aquel malvado?


[1] Me tocaron unos años difíciles de la transición cuando la globalización mandó al desván al arte, a la literatura, el buen gusto y vino la ginecocracia embalada. Seguía siendo a mis 64 años un escritor en barbecho, un autor en busca de editor.

[2] En Alcalá desde los años 50 está ubicada de guarnición la Brigada Paracaidista

[3] Cristo resucitó

[4] flores

[5] salve color del clarete, salve sabor sin igual, dignate emborracharnos con tu divina potencia. Dichoso el vientre que te porta, dichoso el gañote que regarás, oh feliz boca y dichosos sean los labios que estampan un beso al jarro.

[6] Basta

 


CAE LA NIEVE DE OTROS INVIERNOS. PUBLICO MI TERCER LIBRO EN LA WEB


Antonio Parra



Tal haya el que tal hizo. Publico mi tercer libro en www.manuscritos.com. Pueden encontrarlo en la Web y bajo mi nombre este es título Los lais de Villon. Garantizo al que baje mi texto, ¡Vive Dios!, a su ordenador que se lo va a pasar bien. A mí mismo me sorprende al releer estas páginas, pasados dos lustros de haberlas redactado, la concinidad de mi prosa y la elegancia musical de los versos de este poeta medieval, seguramente el más grande en idioma francés, cuando canta a las filles d´autrefois (las novias de otro tiempo) y a la neige du temp jadis(la nieve de otros inviernos). Su lengua es un berbiquí. No se emboza ni pinta máscaras antes bien revela –buena reflexión y meditatio mortis

para un Día de Difuntos- y descubre: lo que somos:

Desengañarte he, engreído, que no eres más que mierda. Vienes al mundo entre sudores y flujos vaginales y te vas por la misma puerta. Te pasas la vida metiendo ruido y haces pedorretas a través de los ocho orificios que tiene nuestro cuerpo. Viento anal y bomba fétida. Después, ceniza eres y la nada te corteja. Eres polvo y del polvo vienes y al polvo regresas.

Es justo lo que dijo Shakespeare y Faulkner en El Viento y La Furia. La vida es un cuento lleno de ruidos que nos cuenta un idiota. Villon no sé si era judío pero al menos está empapado de la sabiduría del Libro de Job. Su Balada de los ahorcados es por lo menos una buena cavilación para este Día de las Ánimas que nos exhorta a salir de nuestro azacaneo casquivano por lo de la sentencia del juicio y las arengas de los copinos, copones y copleros que garlan y garlan micrófono en ristre y crispan, irritan e encabritan al personal.

La propaganda no tiene nada que ver con la literatura. El arte es la verdad y estos que nos adoctrinan desde sus emisoras de los curas debieran pensar para no cansar y desorientar al personal en lo que ya dijo el Arcipreste de Hita poco antes de que Villon publicase sus cuartetas francesas y que tienen algo del estro profético de Nostradamus:

Huélgame de mujer chica, breve sermón, cama pequeña y corta ración

Poco sabemos de los humildes orígenes de uno de los grandes de la Lengua de Molière. Fue seguramente fruto de los amores de un canónigo de Notre Dame con su barragana. Su escasa fortuna fue la de tantos y tantos expósitos que se vieron en la obligación para guardar las apariencias de llamar tío a su padre biológico y seguramente él mismo fue cura o por lo menos alcanzó órdenes, no sabemos si mayores y menores, pues en sus vagabundajes lo encontramos diciendo misas secas. Como los cartujos y los curas revoltosos a los que sus obispos quitaban las letras dimisorias y la licencia para consagrar.

Anduvo condenado a muerte por matar a otro estudiante de la Sorbona y en una cárcel sacerdotal entre los barrotes celulares de la Inquisición redacta su famoso Testamento libro profético y un ataque en toda regla contra los desmanes del clero. Su Balada de los Ahorcados era cantada o al menos yo los escuché por los estudiantes del Mayo Francés. Izas y rabizas en Paris.

En sus versos donde ridiculiza a la bordonería de los peregrinos a Santiago como Chaucer o como el Kempis que ya acusaba a los romeros de frívolos: Peregrinantur sed no sanctificantur (los peregrinos son unos disipados).

Villon fue sin embargo un vagabundo total y parece ser incluso que perteneció a una cuadrilla de salteadores de caminos. Cura revoltoso y díscolo pero su tiempo al alborear el siglo XV fue testigo de la gran relajación monástica. Los monjes giróvagos y las monjas que acababan en mujeres de la vida airada.

Sin embargo Europa no ha perdido todavía la fe. Villon se siente profundo creyente en medio de los dislates de su estragada vida. Mira a la estrella e invoca a María. Pocos cantaron desde presidio a la Madre del Dulce Mirar Consuelo de Tristes con tanto fervor y transporte. Esta es la razón de amor de sus insuperables lais rezumantes de acrimonia satírica contra las malas costumbres de los papas obispos y cardenales pero también transidos de la elegancia de los provenzales.

En este libro los apasionados de la mariología podrían atisbar una relación del culto de hiperdulía, tan importante en el Catolicismo –María es Madre de la Iglesia- con los cátaros en su obsesión por la pureza y una gran admiración por la mujer. Por el Midí proliferan los puyes o fratrías de la Virgen entonando sus lais, sus romanzas, sus mimos, sus farsas, sus fablieux provenzales fruto del saber enciclopédico.

Van de un lado para otro. De villa en villa. De castillo en castillo Villon es un trovador que surgido de la gleba canta a su amada al pie del ajimez. Inalcanzable amor imposible. Para luego irse al burdel. Pronto se arrepiente. Cae y se levanta. Fustiga los vicios clericales pero ama a la Iglesia. Eso se ve.

Parte de su obra genial como la Vesse (el pedo) se han perdido. Entre dos peñas feroces sale un hombre dando voces. Pintenme de verde ese acertijo.

Pero sus versos –ya sea esto lo más importante- sirven para gloriarnos de esa capacidad de autocrítica que siempre gozó el cristianismo. Esa tolerancia que desconocen otras religiones del Libro. Su estilo es el del argot parisino. Se nota que conocía bien el percal de Panam (Paris). La Sorbona. El XVI Arrondissement. No era un guiri ni calzaba zuecos ni se expresa en patois.

Y tiene un asombroso tinte de modernidad. Escribe su Testamento estando en capilla en la cárcel episcopal de Toulouse a la vez que lega las escasas pertenencias de su humilde defroque a sus amigos desnuda su corazón, hace reflexiones sobre la vida y sí mismo al tiempo que traza una panorámica del espectro social en la baja edad media pidiendo a Dios que perdone su alma. Sin embargo cuando está a punto de subir los peldaños de la horca llega el indulto del obispo. Había matado a otro sacerdote en una reyerta el Día de Corpus Christi fiesta que los franceses llaman La Fête Dieu. Después de la venia se le pìerde de vista.

Estuvo considerado siempre un poeta maldito pero fue el padre de Rabelais, de Quevedo, origen de la literatura picaresca o del desencanto. Sus versos que aun hoy no han perdido la frescura ni la modernidad hacen reír y llorar a sus numerosos lectores. Villon sigue vivo. Vive la France. ¿Qué sería de nos sin los heterodoxos? ¿Adonde iríamos a parar sin las moscas cojoneras? ¿Sin los malditos? La realidad se trocaría en un encefalograma plano.

Así que yo dedico estos lais a mis enemigos a mis émulos y a los camaradas del rencor. Buenos estaríamos. Nunca se saldrán con la suya. Me queda aun mucha fe en Cristo y mucho recado de escribir todavía gracias a Dios. El mundo se está poniendo muy interesante y no es como ellos nos lo cuentan o quieren que sea.


jueves, 01 de noviembre de 2007