viernes, 26 de noviembre de 2021

 

TESTAMENTO DE Dª URRACA


Que a los moros por dinero y a los cristianos de gracia… callades hija callades no digais tales palabras que la mujer que lo dijere bien merecería ser quemada. Este dialogo creó una semblanza de una princesa castelana creo que fue la primera feminista de la historia de España. Lo hago con quien me apetece y porque me da la gana. Asustado el buen rey don Fernando escuchaba a la muchacha que se resitía a ser preterida y minusvalorada. Era allá `por el siglo XII y las de Podemos no eran ni siquiera un guiño en el ojo de su tatarabuelo.

De todas las maneras este hermoso poema injerto en el drama las Mocedades del Cid es todo un canto a Zamora la bien cercada por un lado la cerca el Duero y por otra peña tajada. De allí proviene el ínclito Pablo Iglesias y de allí era Rufo Gamazo y Mostaza y otros amigos míos que se me han muerto como Agustín García Calvo. El parlamento entre la infanta, el Cid Campeador que saca la cara por la princesa y el rey Fernando cuando hace sus mandas. A Sancho le deja Castilla a don Alonso León a don García Vizcaya “ y a mí porque soy mujer me dejais desheredada siendo, padre, vuestra hija, siendo de Castilla infanta habré de ir de tierra a vender mi cuerpo como una mujer errada”… allá respondió el rey con tiernísimas entrañas dando aljófar de los ojos a la plata de las canas (bellísima imagen de un rey viejo que llora) “callades, hija, callades, no digais tales palabras aquella que lo dice merecería ser quemada pues allá en Castilla la Vieja un rincón se me olvidaba; Zamora tiene por nombre Zamora la bien cercada y aquel que se la quitare mi maldición sobre él caiga… todos dicen amen, amen, pero tú don Sancho callas.

La pieza es toda una joya de nuestro teatro del siglo de oro. Guillén de Castro como una acuarelista de la época imprime energía y velocidad a la acción. Esta comedia contribuyó a la glorificación de Rodrigo Díaz de Vivar como héroe epónimo de la historia de España. Un teatro que debiera representarse en todos nuestros colegios.

Los personajes no son de cartón piedra sino que viven con fuerza. Protagonista el Campeador y deuteragonista doña Urraca y la mora zaida se enfrentan a su destino. la mentalidad del heroe de los Cantares de Gesta y la de los de Kafka o Galdós no han variado demasiado. Se enfrentan a las mismas situaciones.

La trama se construye sobre la invicta Zamora la bien cercada. Al morir Fernando I hizo un reparto inequitativo a tenor con la costumbre arraigada entre los godos del derecho de primogenitura: A García Galicia y Vizcaya, a Alfonso León y Asturias pero Castilla que era la parte del león lega en heredad a Sancho; la pequeña ciudad de Toro y Zamora son para sus dos hijas Elvira y Urraca “a mí por ser mujer me has dejado, padre, desheredada”. El eco del lamento de doña Urraca, enamorada precisamente del de Vivar resuena a lo largo de la historia española.

Por encima de estas arbitrariedades está el honor y la lealtad representado por el Cid Campeador que sirve a su rey rey caiga quien caiga. Durante el cerco de la ciudad castellana mediante un ardid el traidor Bellido Dolfos entra en el campamento del monarca y conduciéndolo a un descampado cerca de la muralla cuando Sancho va a hacer una necesidad fisiológica.

Bellido Dolfos ha pasado junto con el obispo don Opas como símbolo de la felonía y de la traición que son parte también de nuestra historia. Lo mata por la espalda y huye a la plaza de Zamora gobernada por doña Urraca. Don Sancho se puso a hacer sus necesidades detrás de un valladar cuando le segó la cerviz el venablo de Doldos. Sin embargo, la carga dramática de la obra se fortalece con escenas como la visión que tuvo don Sancho antes de morirá cuando se le aparece su padre muerto y le reprocha su desobediencia. “pagaste hijo amores con desdén y lealtades con engaños”. Van implícitos en el argumento los amores de la infanta hacia el Cid y el de Alfonso VI con la mora Zaida hija de Miramamolín que le da hospedaje en Toledo.

Se trata pues de una novela fronteriza en la cual no se maldice al Islam sino que se enaltece el valor de aquellos reinados taifas a los que Rodrigo sirve — es un soldado de fortuna que peleando gana su pan y lo mismo lucha contra los moros que contra los cristianos— y tal galardón es todo un paradigma didáctico que hoy se desdeñaría por “impolítico”. Hay versos triunfales como “helo, helo por do viene el infante vengador” que nutren la rica savia heroica de nuestro romancero. Se insertan consejos que son perlas “no hay corona segura ni tiara” el buen rey don Sancho fue victima de la deslealtad a la palabra dada a su progenitor el cual lo maldijo. “Reto al agua, reto al vino. Reto a chicos y grandes. A las mujeres y a los niños. A los muertos y a los vivos. A las aves de los vientos y a los peces de los ríos. Alfonso le regala a la mora Zaida estos versos: “ tú fuiste después de los cielos gobierno de mi albedrío… tú serás reina de España” y la princesa mora contesta: “con ser tuya me contento”. El repto o duelo entre el Cid y Arias Gonzalo recuerdan pasajes de la Ilíada entre Aquiles y Agamenón. El hijo del infanzón frente a los muros de Zamora alcanza proporciones homéricas. Dolfos murió arrastrado por la cola de una yegua. Lo hicieron cuartos. Aquella Castilla no pagaba traidores. El mismo grandioso tono de tragedia griega alcanzan las maldiciones que profieren los personajes durante el duelo: “Abarcas traigan calzadas y no zapatos de lazo, villanos te hablen, Alonso, que no fijosdalgo, de las Asturias de Oviedo que no sean castellanos. Ojala te maten con cuchillos montañeses que no con puñales dorados y capas traigan aguaderas que no de contrai delicado y sáquenle el corazón por el siniestro costado si fuiste y si consentiste en la muerte de tu hermano. ¿Juraslo así? Así lo juro y es testigo el cielo santo”. Excelsa parrafada. Guillén de Castro escribe: Colérico el rey le ha mirado. El Cid parte al destierroc on unos cuantos vasallos”.

Es el formulario del juramento de Santa Gadea. El Cid perdió el hogar, sus lares, su mujer y sus dos hijas pero su honra quedó incólume. Telón.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

hablé con agapito en el ventorro de san pedro avanto en 1957 Segovia pero Joaquin diaz es mejor

 

Agapito Marazuela, el antifascista del folclore y primer héroe musical español

Si en EE UU tuvieron a Woody Guthrie o Pete Seeger como luchadores folclóricos, en España tuvimos a este innovador músico, conocido por los estudiosos como “el último juglar castellano”

Fernando Navarro

La historia no siempre es justa. Tampoco la memoria. Agapito Marazuela fue víctima de ambas. Historia y memoria conspirando contra una figura clave de la música española. Tan clave que tendríamos que situar a este guitarrista y dulzainero como el gran padre de la música folclórica castellana, ese legado de sonidos y experiencias del campo que acabó por construir un mayor acervo popular en la cultura española. Sin embargo, su nombre queda sepultado por un siglo XX que le vio morir sin pena ni gloria.

Dentro de la gran labor que hace La 2, un oasis entre las cadenas televisivas generalistas, el estupendo Imprescindibles emitió un documental dedicado a este músico autodidacta que tuvo una historia oscurecida por dos dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco. Una historia enfrentada a una realidad oscura con el triunfo del golpe de Estado de las tropas franquistas en 1936, pero que hasta entonces alumbró a un músico descomunal, innovador y cultivador de sonidos folclóricos dispares. Difícil saber de él en este país, en el que solo su nombre guarda un significado en los círculos de investigadores folcloristas o entre los lugareños de tierras castellanas.

Agapito Marazuela, en el centro con una guitarra entre las manos.
Agapito Marazuela, en el centro con una guitarra entre las manos.

Nacido en Valverde de Majano (Segovia), en 1891, era hijo de campesinos y, de alguna manera, esa raíz al campo no se le segó nunca. Desde joven, empezó a recorrer con su padre las tierras de Castilla recopilando material musical tradicional que se encontraba en peligro de desaparición: tonadas, romances, cantos de boda, de trabajo y, especialmente, melodías de dulzaina y tamboril. Tenía una gran capacidad para aprender y entender la música. Es por eso que, al mudarse a Madrid en 1923, se lanzó de lleno a la guitarra, un instrumento del que aprendería a sacar gran expresividad. En la capital, se codeó con muchos músicos talentosos y aprovechó para recuperar en su música obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados, creadores ambos de una obra original basada en el folclore, a la que aplicaron el lenguaje musical del postromanticismo, con ciertas influencias del impresionismo.

Solo por toda esta labor, Marazuela debería ser más estudiado en España, pero su existencia guarda además el espíritu de un hombre grande, un verdadero tipo hecho de pasta única, que compartió ideales y poética con escritores como Antonio Machado y Gerardo Diego. De ideas avanzadas, en 1932 ingresó en el Partido Comunista de España y durante la Guerra Civil formó parte de las milicias antifascistas segovianas. También viajó hasta la Exposición de París para promocionar en 1937 el compromiso republicano en mitad del ocaso europeo con el avance fascista.

Tal y como se cuenta en el documental Agapito Marazuela, la estatua partida, iba con la dulzaina por las trincheras para animar a los milicianos. Hizo lo mismo en la cárcel cuando fue detenido al fin de la guerra. Nunca negó su militancia de izquierdas y mantuvo su defensa de la II República. Encarcelado en prisiones de Madrid, Burgos y Vitoria, Marazuela tocaba la guitarra a compañeros que se lo pedían el día antes de sus fusilamientos. Ofrecía conciertos privados de despedida para que se fueran con el recuerdo de la música de resistencia. Durante la posguerra, el franquismo le arrinconó en el ostracismo, aunque al menos pudo regresar a Segovia y dedicarse a la investigación del folclore castellano, recopilando su tradición musical amenazada de extinción. Iba de pueblo en pueblo guardando información valiosa. Falleció en Segovia, en 1983, sin el reconocimiento nacional debido, en un entierro pobre, como su condición. Solo grandes folcloristas como Joaquín Díaz o dúos como Fetén Fetén y Los Hermanos Cubero han sabido rendirle tributo en los últimos tiempos.

En estos tiempos tan agitados, con el avance de la ultraderecha, la figura de Agapito Marazuela debería cobrar aún más valor. Si hemos oído y leído tanto de Woody Guthrie o Pete Seeger como luchadores folclóricos ante el fascismo o el capitalismo feroz en Estados Unidos, en España tuvimos a Marazuela, conocido por los estudiosos de su obra como “el último juglar castellano”, pero quizá también el primer héroe musical español

 

el rey juró los principios fundamentales del movimiento ante los santos evangelios




































 
FOTOS INEDITAS DE LA JURA DE LAS LEYES FUNDAMENTALES DEL ESTADO POR EL REY JUAN CARLOS (los derechos de autor son de Antonio Parra prohibida la reproducción)

 

Aquella tarde del tórrido verano madrileño Santiso el fotógrafo de Diario SP un gallego amigo fuimos llamados a la Zarzuela. Allí estaban el almirante Carrero Blanco, el general Armada, don Sabino Fernandez Campo el conde de Latores, Fuertes de Villvicencio. El ministro de justicia tomó solemne juramento al Principe de España de respetar los Principios Fundamentales del Movimiento. Juró ante una  bargueño adornado con un paño morado donde posaban los Evangelios. Fue una ceremonia muy extraña. La Reina Sofía con el Principe Felipe niño de dos años en brazos y las infantas agarradas a su falda miraba con cara de palo. Los niños muy rubios todo de blanco. Estaban presentes militares de los tres ejércitos entre los que destacaba el general Armada como su mentor oficial y otras personalidades. Juan Carlos parecía abstraído y como ido, pero juró respetar las rubricas de las leyes vigentes en aquel entonces. El tiempo demostraría que aquel juramento quedaría en agua de borrajas. Ni quito ni pongo, rey, pero en castellano a los que juran y luego se desdicen de su juramento son acusados de perjurio. Como periodista he sido un testigo de la actualidad. No he sacado partido ni me aproveché ni traicioné a mi bandera. Todo el afán de mi trayectoria como reportero y corresponsal en el extranjero fue la defensa de los intereses de Estado. Lamento decir al formular el beso a mi bandera. “Si no, Juan Carlos, que la patria os lo demande”.

Santiso y yo estábamos allí. Fue un momento histórico muy raro. Se notaba la tensión. Al salir el gallego y yo nos fuimos a tomar unas copas que me sentaron mal. Lo recuerdo al cabo de más de cincuenta años. Vivimos un momento histórico que se convertiría en papel mojado.


lunes, 8 de noviembre de 2021

BULLATE MAGOSTO EMPIEZA EL FILANDÓN

YA las noches son más largas 

las ramas amarillas del castaño rilan

en la helada

contamos cuentos en la masera

adivina quien te dio

jugamos a las prendas

ah el castaño maternal

de copas cupulares

el de las hojas lancinadas

lengua de mula

castaño de los otoños

y retoños

con los pinchos del zurrón erizos

árbol sagrado de los paseos de mi infancia

de calbote y pan de bellota

se alimentaban

los primeros españoles

ara ti las callongas

y para mí las redondas

y ése quede 

con las pilonga

que adementaban a las cabras

masticadas en la cerca

del barragán

regresan los pastores de la majada

a la fiesta de la música y las palabras del filandón

vuelve el invierno

otro otoño más